miércoles, 4 de mayo de 2011

3 mayo 2011. Día de la Cruz.






Día de la Cruz año 2011

Dedicado a Javier y María y con ellos a la Corporación de Los Jetones, con mi más sincero agradecimiento.

Después de una Semana Santa lluviosa que apenas se pudo procesionar y después de una Semana Santa chiquita que se presentó los primeros días con lluvia también, hoy se disfrutó de un Día de la Cruz espléndido e inmejorable en el que rey astro en ocasiones se ocultaba entre nubes que hacía se apaciguara un poco el calor.

Por todo el itinerario desde la Diana hasta las Reverencias en el Pórtico hubo muchísima gente acompañando a los más pequeños que iban vestidos de figura o portando sus Pasos.

No faltó la Diana y las Reverencias, ni los desayunos y las comidas del mediodía en los Cuarteles. Por la tarde subiendo la calle Aguilar era lógico que algunos chiquillos empezaran a dar buena cuenta de su cansancio. Para muchos éste era su primer día, su primera vez que vestían de figura, y claro, eso lo acusan como cuando van al colegio el primer día a la clase de Infantil de 3 años. No obstante absolutamente todos supieron estar valientemente hasta que llegaron a la cima del Calvario, hasta el Pórtico, donde además le hicieron las Reverencias a N. P. Jesús Nazareno.

Para muchos de estos niños este primer día de vestirse de figura es como cuando ven por primera vez a Papa Noël o a los Reyes Magos. Luego, cuando pasen dos o tres años ya habrán cogido experiencia y no querrán soltar la lanza, el martirio, el casco o el varal.

Mañana en el Colegio le contarán a sus compañeros de clase y a su Seño cómo vivieron el día anterior este Día de la Cruz cuajado de emociones y repleto de recuerdos.

Ese momento en el que ellos describen a su Profe la experiencia vestido de coracero, de centurión, de romano o figura es algo para poder ser grabado porque tendrá toda la gracia de un niño de 3, 4 ó 5 años.

Ahora estarán unos días tocando el tambor que el abuelo les compró hasta que los hagan polvo o acaben aburriéndose.

No obstante habrá merecido la pena el cansancio, el trabajo y batallar tanto con ellos, porque han disfrutado como nunca y esta noche seguro que antes de acostarse le habrán contado a sus mamás o a sus abuelos todas sus vivencias.

Que tengan todos nuestros niños felices sueños. Si Dios quiere el próximo año tendrán garantizada, como mínimo, otra jornada como la de este día.

Que así sea.

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