
En este día estuvieron juntos Francisco Salzillo, Castillo Lastrucci, Gregorio Fernández, Mariano Benlliure, Ramón Álvarez, Federico Collaut-Valera y otros artistas anónimos que con sus veneradas Imágenes asemejaron la ciudad de Madrid con aquella Jerusalén de hace más de dos mil años. Tallas que antaño servían de catequesis y que hoy vuelven a ser instrumento para una nueva evangelización. Este caluroso día de agosto se volvieron a fusionar la fe con la emoción, los sentimientos con la piedad, el fervor con el arte y la tradición con la cultura ante miles de personas de todos los continentes de la Tierra. Un variado

La Virgen Dolorosa de los panaderos de Sevilla coronada por Mons. Amigo Vallejo cambió la calle Orfila por las calles del centro de Madrid.
Se tuvo oportunidad de ver Pasos a hombros, a costal y a ruedas; Pasos pequeños, grandes y Tronos inmensos; Pasos sin flores y otros con exuberantes adornos; Pasos con bandas de cornetas y tambores, de palio y hasta una centuria romana. Ejemplos todos de la riqueza

Se vivió una madrugada de fervor cofrade a golpe de la sobriedad de Zamora, Cuenca o Segovia con La Crucifixión, El Descendimiento y el Cristo Yacente y del esplendor de las hermandades andaluzas de Sevilla, Úbeda, Granada o Jerez de la Frontera —con La Virgen de Regla, El Caído, El Despojado y Jesús de las Misericordias— y los contrastes del Gran Poder madrileño, copia del original sevillano, y el Cristo de Medinaceli de devoción firme y arraigada. Habrá quien aún no imagine cómo pudo ser ese conjunto de estilos vividos todas las Semanas Santas en España.
La Virgen de Regla, de la Hermandad de los panaderos de Sevilla, en Madrid
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