CÓRDOBA. Dicen los pilotos que desde un avión a 10.000 pies de altura se distinguen claramente dos cosas: la Gran Muralla china y el mar de plástico en la provincia de Almería compuesto por una inmensa extensión de invernaderos. Pues bien, el creador de esa iniciativa, que tanto éxito económico y social supuso para varias comarcas almerienses, fue un cordobés nacido en Puente Genil en 1927, Bernabé Aguilar Luque, y que falleció en Madrid el 28 de febrero pasado.
Según explicó a ABC el responsable en Almería del Colegio Andaluz de Ingenieros Agrónomos, José Martín-Gil García, que conoció al cordobés desde que hace 31 años éste inició su carrera profesional allí, «su labor permitió que unas tierras que eran paupérrimas y apenas habitadas tengan hoy unas 25.000 hectáreas de invernaderos con una buena producción y una población creciente en Campo de Dalías, Campo de Níjar, El Ejido y Roquetas».
Sus primeros experimentos, junto a Leandro Pérez y Juan Cuadrado, datan de hacen 35 años tras observar algunos parrales que estaban protegidos del viento por setos de caña y medio cubiertos por plástico. «Bernabé aplicó ese sistema a unos pequeños invernaderos en Puebla de Vícar que parecían naves industriales en miniatura y que han estado en pie hasta hace unos tres o cuatro años». Posteriormente, añadió el sistema de «arenado» que se usaba en la costa granadina para que los resultados fueran mejores.
Al mismo tiempo, «repartió entre los colonos miles de millones de pesetas como ingeniero supervisor del Banco de Crédito Agrícola para transformar fincas y levantar invernaderos», abundó. Una labor que, aparte de la Encomienda de la Orden Civil del Mérito Agrícola de 1961 y ser Colegiado de Honor en Andalucía, apenas es reconocida.
Según explicó a ABC el responsable en Almería del Colegio Andaluz de Ingenieros Agrónomos, José Martín-Gil García, que conoció al cordobés desde que hace 31 años éste inició su carrera profesional allí, «su labor permitió que unas tierras que eran paupérrimas y apenas habitadas tengan hoy unas 25.000 hectáreas de invernaderos con una buena producción y una población creciente en Campo de Dalías, Campo de Níjar, El Ejido y Roquetas».
Sus primeros experimentos, junto a Leandro Pérez y Juan Cuadrado, datan de hacen 35 años tras observar algunos parrales que estaban protegidos del viento por setos de caña y medio cubiertos por plástico. «Bernabé aplicó ese sistema a unos pequeños invernaderos en Puebla de Vícar que parecían naves industriales en miniatura y que han estado en pie hasta hace unos tres o cuatro años». Posteriormente, añadió el sistema de «arenado» que se usaba en la costa granadina para que los resultados fueran mejores.
Al mismo tiempo, «repartió entre los colonos miles de millones de pesetas como ingeniero supervisor del Banco de Crédito Agrícola para transformar fincas y levantar invernaderos», abundó. Una labor que, aparte de la Encomienda de la Orden Civil del Mérito Agrícola de 1961 y ser Colegiado de Honor en Andalucía, apenas es reconocida.
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